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martes, 16 de agosto de 2016

LAS OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES Y ESPIRITUALES

Santa maría, Madre del Consuelo de los afligidos

Hemos valorado comenzar con una obra de misericordia espiritual como es Consolar a los afligidos, con María, Madre de Dios y madre nuestra, porque es a ella a quien pedimos consuelo muchas veces, y nos ponemos bajo su protección con las diferentes advocaciones con las que la veneramos. También porque este Jubileo Extraordinario de la Misericordia se inició el 8 de diciembre pasado, fiesta importante de María como es la Inmaculada Concepción. Decía en la presentación que el lema de este Año Santo de la Misericordia es: <<Misericordiosos como el Padre es misericordioso>>. También de ella podemos decir <<Misericordiosos como María es misericordiosa>>.

Santa María recibe el nombre de <<Madre del Consuelo>> o <<Consoladora de los afligidos>>, porque por medio de ella Dios envió el <<consuelo de su pueblo>>, que es Jesucristo. María, cuando estuvo junto a su Hijo en la cruz, mereció esta felicidad prometida por el Evangelio: <<Felices los que lloran, porque ellos serán consolados>> (Mt 5,5). Después de la resurrección de su hijo Jesucristo, recibió este consuelo, y por ello puede consolar a sus hijos en cualquier lucha. El Concilio Vaticano II dice que <<la madre de Jesús… precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo>> (Lumen Gentiun 68).
María, protagonista de la historia de la salvación, responde con un sí valiente a Dios y canta el Magníficat a favor de los más pobres. Es la madre que sufre al pie de la Cruz de su Hijo y consuela cuando los discípulos desesperan después de la muerte de Jesús. María mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso de la Resurrección. María nos puede ayudar a poner en práctica esta obra de misericordia, porque llevó en su seno al propio Hijo de Dios, que es fuente de misericordia.

PLEGARIA

Santa María, Madre del Consuelo de los afligidos, te damos gracias por enseñarnos a ser misericordiosos con los demás. Haz que desde nuestra pequeñez te imitemos y nos conviertas  en bálsamo curador de los más pobres y afligidos de este mundo.

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